samedi 13 août 2011

El observador


 

Te gustaba mucho leer sentado en la cama. No te levantabas hasta haberlo terminado todo, y si el tiempo no te lo permitía, te levantabas sólo cuando cerrabas la lectura de un capitulo. Y yo siempre estaba allí, pasaba junto a tu habitación y me paraba a mirarte. Me hacia feliz saber que estabas allí, junto a mi, aunque sabia también que algún día acabarías marchándote.

Tu me decías que te gustaba mucho mi carácter, aunque algunas veces también te enojaba toda esa comprensión de la que hacia prueba. Me llamabas el observador. Y en cierto modo tenias razón, yo solo hacia eso, observar, porque era lo que se me había enseñado desde la infancia, y es lo único que sé hacer.

Mirar, ver, oír, escuchar, sobre todo eso, escuchar... nunca responder, nunca hablar, todo eso en un silencio poco habitual para vosotrxs, eso era lo que teníamos que hacer. Desde el primer día nos dijeron que vinimos al mundo con una función determinada y que teníamos que cumplirla en cualquier circunstancia y con el debido silencio hasta el final. Nunca decidimos algo por nosotros mimos y guardarte aquí conmigo ero la única decisión que me atreví a coger solo.

¿ Sabes ya donde vas a ir ?

3 commentaires:

Ricard a dit…

Hola.
Un precioso texto.
La convivencia es dificil, pero la compañia es tan gratificante que no es necesario hablar para demostrarlo.
Aveces se demuestra mirando,oyendo y escuchando.
Abrazos.
Ricard

Marina C. a dit…

lo has escrito tu? es precioso...


xx

Alástor a dit…

El problema de los observadores es que al final ven/vemos cómo todas y cada de las personas que hay a nuestro alrededor se van marchando. Y estás tan acostumbrando a no intervenir que llega a parecerte normal...
Una condena como otra cualquiera. Seguiré observándote. Espero que tú también.

Besos.